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miércoles, 27 de marzo de 2013

Frente a una película por Mons Juan Ignacio González Errázuriz



22/05/2006
 
Algunas personas se han preguntado cuál debe ser la actitud de un cristiano frente a las diversas expresiones –libro, cine, etc.- que tergiversan y confunden elementos centrales de la fe cristiana. Otras demandan más directamente una respuesta acerca de si un católico –o un hombre o una mujer de bien– puede leer esos libros o ver esas películas, como es el caso del Código Da Vinci, que se presenta en algunos días más en nuestro país. Intentaré dar ciertos elementos de juicio para el discernimiento de cada uno.

"La primera actitud es saber dar a conocer la verdad sobre Jesús, María y la Iglesia a muchos hombres y mujeres que sentirán curiosidad o quizás duda ante los argumentos de la película: es decir se nos presenta la posibilidad de una evangelización atractiva y cercana”.

Desde las más variadas tribunas, algunas de ellas escritas por personas que no son cristianas, se afirma que el Código Da Vinci es una obra de ficción en que todos los personajes relacionados con la Iglesia Católica son presentados de manera odiosa, pese a que el autor en la presentación del libro afirma que “todos las descripciones de obras de arte, arquitectura, documentos y ritos secretos en esta novela son verdaderos”

Hasta aquí alguien podría considerarla una buena y atrayente película para pasar un momento agradable. Sin embargo, el problema más serio es que hay elementos en el film –como en el libro– que hieren y ofenden el corazón mismo de la fe cristiana: la persona de Jesús y de la Virgen María, la Iglesia y sus instituciones. Las interpretaciones históricas pueden ser motivos de legítimas deducciones, pero cuando hay tergiversaciones manifiestas como hacer aparecer a Jesús unido a una mujer y negar la virginidad de su Madre, mostrar a la Iglesia en turbios manejos y enlodar instituciones respetables, esas expresiones del arte afectan el núcleo central de la fe, ante lo cual un cristiano debe asumir una actitud clara. Se trata de ofensas a aspectos centrales de nuestras creencias.

Me parece que la primera actitud es saber dar a conocer la verdad sobre Jesús, María y la Iglesia a muchos hombres y mujeres que sentirán curiosidad o quizás duda ante los argumentos de la película: es decir se nos presenta la posibilidad de una evangelización atractiva y cercana. Lo segundo es que tanto el libro como la próxima película, llaman a un examen personal acerca de nuestra propia fe en el Señor Jesús y en la Iglesia por El fundada y nuestra capacidad cristiana para discernir entre lo verdadero y lo falso en estos ámbitos. Es posible que nos demos cuenta que nosotros mismos no sabemos responder a preguntas básicas que nos pueden hacer: ¿Quién es Jesús? ¿Qué significa que sea el Hijo de Dios? ¿Cuál fue su enseñanza y cómo fue su vida? Y también nos debemos interrogar acerca de ¿qué es la Iglesia?, ¿cuál es su fin?, ¿por qué se la ataca de manera tan virulenta? El Código da Vinci viene a remover nuestras conciencias y nos pone ante estas preguntas fundamentales que exigen de nosotros adecuadas respuestas y un testimonio de vida coherente.

Finalmente, quizás alguien repare en que no se nos ha dicho si se debe o no ir a ver la película. Cada uno ha de decidirlo a partir de los elementos de juicio que tenga y de tanta información que circula en los medios de comunicación. Yo, personalmente no iré, sencillamente porque en ella se ofende gravemente los dos amores más grandes que tiene un cristiano: Jesús, mi Señor, a quien he comprometido mi vida, y a mi Madre del cielo, María, la Madre de Jesús. Pero en su caso, usted sabrá qué hacer.

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