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martes, 23 de abril de 2013

Luther Vandross Dance with my Father en Español


Dance with my father por Luther Vandross, letra traducida al español. Celine Dion también ha cantado esta canción, y aparece en este video, el cual, hecho como tributo, canta Vandross, en un montaje de fotos y videos de él y de actores, actrices, cantantes, quienes aparecen o junto a sus padres o junto a sus hijos, o con fotos de sus padres.


Letra

Back when I was a child
Cuando yo era un niño
Before life removed all the innocence
Antes de que la vida removiera toda mi inocencia
My father would lift me high
Mi padre me levantaría alto
And dance with my mother and me
Y bailaría con mi madre y conmigo
And then
Y después
Spin me around 'till I fell asleep
Me daría vuelvas hasta que me quedara dormido
Then up the stairs he would carry me
Luego me llevaría arriba por las escaleras
And I knew for sure
Y yo estaba seguro
I was loved
Que era amado


If I could get another chance
Si pudiera volver a tener una oportunidad
Another walk
Otra caminata
Another dance with him
Otro baile con él
I'd play a song that would never ever end
Pondría una canción que nunca jamás terminaría
How I'd love love love
Como amaría, amaría, amaría
To dance with my father again
Bailar con mi padre otra vez


When I and my mother
Cuando con mi madre
Would disagree
Discutíamos
To get my way I would run
Para lograr mi objetivo yo  correría
From her to him
De ella hacia él
He'd make me laugh just to comfort me
Él me haría reír y me reconfortaría
yeah yeah
Then finally make me do
Finalmente me haría hacer
Just what my mama said
Exactamente lo que mamá decía
Later that night when I was asleep
He left a dollar under my sheet
Dejaría un dólar debajo de mi sábana
Never dreamed that he
Nunca soñé que él
Would be gone from me
Desaparecería de mi vida


If I could steal one final glance
Si pudiera robar un vistazo final
One final step
Un paso final
One final dance with him
Un último baile con él
I'd play a song that would never ever end
Pondría una canción que nunca jamás terminaría
Cause I'd love love love to
Porque yo amaría, amaría, amaría
Dance with my father again
Bailar con mi padre de nuevo


Sometimes I'd listen outside her door
Algunas veces escucho a través de su puerta
And I'd hear how mama would cry for him
Y escucho como mamá llora por él
I'd pray for her even more than me
Rezo por ella incluso más que por mi
I'd pray for her even more than me
Rezo por ella incluso más que por mi


I know I'm praying for much to much
Sé que estoy rezando y pidiendo mucho
But could you send her
Pero podrías enviarle
The only man she loved
Al único hombre que ha amado
I know you don't do it usually
Sé que usualmente no haces esto
But Dear Lord
Pero Querido Señor
She's dying to dance with my father again
Ella se está muriendo por bailar con mi padre de nuevo


Every night I fall asleep
Cada vez que me quedo dormido
And this is all I ever dream
Esto es lo único que sueño

lunes, 15 de abril de 2013

Advertencias católicas sobre cine Padre Loring



 
El siguiente es uno de los puntos, el 68.5, del libro superventas "Para Salvarte" (libro del que todo católico debiera tener una copia) del sacerdote jesuita  Jorge Loring. El tema del cine lo trata en el apartado sobre  "El Sexto Mandamiento de la ley de Dios es: No cometerás actos impuros." Por ello la primera parte, y el análisis respecto al cine y sus perniciosas influencias, si no es bien utilizado, se centra en las películas y escenas que tergiversan la sexualidad humana, el amor de pareja, el matrimonio y como estas perjudican a la juventud a través de su influencia.

Vea la lista de películas sobre el matrimonio y el divorcio que recomedamos

Un análisis sobre algunas partes de este texto del Padre Loring:

Ayudar al cine con valores y al cine católico.




68,5. El cine, en sí mismo, no es malo. Es un vehículo de cultura, un transmisor de ideas. Es un arte que, si se utiliza rectamente, puede servir para dar gloria a Dios.

Pero desgraciadamente, hasta ahora, se ha empleado más para hacer el mal que para hacer el bien.

El Episcopado italiano publicó una Declaración sobre la situación moral del cine en la que decía: «Salvo laudables excepciones, que merecen nuestra consideración y aliento, la mayor parte de la producción cinematográfica italiana ha ido constantemente hacia un progresivo y desenfrenado deterioro moral».

Por eso te aconsejo que no te aficiones demasiado al cine.

El cine tiene una tremenda fuerza persuasiva. Anula la personalidad, arrastra, emboba, hipnotiza. Nos identifica con el protagonista y nos proyecta su psicología, su modo de ser, su ejemplo. Es un arma psicológica fenomenal. Y cuanto más potente es un arma tanto más peligroso es su mal uso.

El cine tiene serios peligros. El primero, aunque menos grave que el segundo, es su exhibicionismo sexual. El daño depende, naturalmente, de las circunstancias. No es lo mismo en los fríos espectadores nórdicos que en los ardientes meridionales. No es lo mismo el dominio de una persona culta que la reacción gamberra del populacho. No es lo mismo la serenidad de la madurez que la excitabilidad de la juventud.

Pero no seamos ingenuos cerrando los ojos ante este peligro real.

Peligro que no sólo existe mientras dura la proyección de la cinta. La imaginación seguirá después trabajando con las imágenes que se le quedaron grabadas, y es muy fácil que se produzcan después tentaciones desagradables. Pensemos, por ejemplo, lo frecuente que son las películas que proyectan escenas de amor en la cama (y no precisamente entre esposos).

Pero el peor daño del cine es por la fuerza con que transmite las ideas. El lenguaje de la imagen tiene un gran valor emotivo que conquista de modo casi invencible y cambia poco a poco el fondo del psiquismo, aun contra la propia voluntad, que no advierte lo que sucede dentro de sí.

Por ejemplo: una película me presenta un marido que no se entiende con su mujer, por incompatibilidad de caracteres. En cambio se ha enamorado locamente de su secretaria que es de enormes cualidades, y le corresponde en su amor. Pero no pueden casarse porque son católicos.

Instintivamente nos apena que la Iglesia se oponga a ese matrimonio.

En ese momento no se advierten los males que se seguirían a la familia, en general, de permitir el divorcio. Instintivamente aprobamos el adulterio de dos personas que nos han ganado el corazón. De esta manera se nos va cambiando la mentalidad sin casi advertirlo.

El cine enfoca y resuelve muchos problemas humanos al margen de Dios, como si no existiera una Ley Divina y un destino sobrenatural del hombre. Son películas que están hechas con un criterio que no tiene, generalmente, nada de cristiano, y a fuerza de verlas, va uno cambiando, sin darse cuenta, su modo de pensar cristiano para pensar como los del cine. Son una lima para un espíritu cristiano. Tú no lo notas, pero siempre se llevan algo. Una conducta inmoral interpretada por una artista agradable nos inclina a la justificación. Con esto empieza a evolucionar nuestro criterio cristiano, y al fin, arrastrado por el ejemplo del cine, se termina poniendo por obra lo que tantas veces se vio en la pantalla con fuerza seductora.

Como estas ideas están expuestas de un modo agradable y simpático, las admitimos con facilidad.

Tenemos que filtrar estas ideas y rechazar todo lo que no esté de acuerdo con nuestras ideas cristianas.

Los pueblos no mueren porque se les combata o conquiste, sino porque se les corrompe. Pues el cine está teniendo la virtud trágica de corromper hasta la conciencia de nuestro pueblo. Muchos españoles de hoy ya no piensan en español, ni en cristiano, sobre problemas tan capitales como son la familia y el amor. A fuerza de ver en el cine, cosas que están mal, aunque al principio nos repelen y las censuramos, poco a poco nos vamos acostumbrando, y es posible que, si se nos presenta la ocasión, hagamos también nosotros lo que antes nos hubiera horrorizado.

Conozco a un matrimonio que a los cuatro años de casados vivían inmensamente felices con un auténtico cariño mutuo y gozando de la alegría de dos hijos como dos soles. Un día la mujer, influenciada por la ligereza y frivolidad con que se ven en el cine escenas de adulterio, aprovechando un viaje de su marido, no le importó correr una aventurilla (¡qué tiene de particular!: es la frase con la que queremos justificarlo todo), y se acostó con otro hombre. Y como todo lo que se hace termina por saberse, un día su marido se enteró. Fue tal la tragedia que se armó que nunca, en su vida, aquellas dos personas pasaron días peores. El marido me decía: «Si es verdad que me quería, ¿cómo ha podido hacerme eso? Es que no me quería. Todo lo que me decía era mentira. No puedo volver a hacer el amor con ella. Se me pone delante que me está engañando. No puedo seguir con ella!» Y lloraba de desesperación, de rabia y de pena. Y ella también lloraba de arrepentimiento, al ver que por un capricho frívolo había hundido la felicidad de su hogar.

En materia de amor, el cine hace daño tanto a las personas casadas como a las solteras.

El cine hace daño a los casados porque con mucha frecuencia presenta como la cosa más natural, y casi inevitable, las expansiones amorosas extramatrimoniales de casados. Y esto no puede ser! Toda expansión amorosa extramatrimonial de un casado, es adúltera. Con la gracia de Dios se pueden superar todos los conflictos amorosos que se presenten al corazón.

El daño que el cine hace a las personas solteras es, entre otras cosas, por enseñar una enorme facilidad para llegar al acto sexual: derecho exclusivo de casados. Además, porque muchísimas veces presenta como motivo suficiente para el matrimonio el atractivo corporal, y eso es mentira!

Este atractivo es un factor, pero él sólo no basta. Muchísimos fracasos matrimoniales se deben precisamente a que se basaron exclusivamente en el atractivo corporal, y se descuidaron otros valores de mayor importancia.

Aparte del daño que el cine hace, con sus escenas, en la emotividad de la mujer, le hace otro daño también grave en su psicología: la mujer se siente arrastrada a imitar los modales, las actitudes y conducta de las artistas que se presentan como mujeres deslumbradoras, y hacen brotar en la espectadora el natural deseo de resultar ellas mismas también atractivas. Al principio, las cosas que chocan con la moral se rechazan, pero a fuerza de verlas en la pantalla se les va quitando importancia y acaban por asimilarse.

El cine ha hecho muchísimo daño a las chicas enseñándolas modales insinuantes y provocativos, a mirar con descaro, un modo de ser frívolo y fácil, y a ser condescendientes en aventuras amorosas. Cuántas chicas adoptan en público y en privado, posturas y actitudes atrevidas, influenciadas por lo que vieron en el cine, dándose cuenta o sin darse cuenta del todo! Cuántas chicas se han hecho unas frescas por lo que vieron en el cine! Cuántas chicas cayeron más hondo de lo que jamás sospecharon por seguir unos primeros pasos que aprendieron en el cine!

Algunas chicas, influenciadas por el ambiente erotizado, son fáciles en llegar a todo, sin pensar en las consecuencias, pues en las películas lo ven continuamente y nunca pasa nada. Pero en la vida real, sí. La vida real no es el cine. ¡Cuántas solteras embarazadas, después se lamentan de lo que hicieron! ¡Pero ya es tarde! «Hay películas que, de hecho, son para muchos una verdadera escuela de vicio. Al exhibir ante la juventud escenas de besos prolongados y lascivos se les incita a hacer otro tanto, haciéndoles creer que tales acciones son la señal necesaria del amor, y afianzándoles en la convicción de que eso se puede hacer, pues tantos otros lo hacen. Así se mata poco a poco en las almas el sentido del pudor y de la pureza»770.

Muchas películas tratan de una chica que se lía con un casado, una prostituta que seduce a un jovenzuelo, una mujer que engaña a su marido, etc., etc. Siempre a base de pecados sexuales.



¿Cuándo veremos películas que exalten las virtudes de un buen padre de familia, de una madre honrada y de una chica decente? Hacer esto es mucho más difícil. Aquello es mucho más fácil. Por eso abundan las películas a base de los bajos fondos de la vida.

Hay que combatir las películas que inculcan ideas contrarias a la moral católica.

El público es el que manda en el cine. Si una película deja la sala vacía, no se repetirá. Pero si una película resulta «de taquilla» se multiplicarán las películas de este tipo.

Si queremos moralizar el cine, hay que hacer el vacío a las películas indeseables. Con este método «La Legión de la Decencia» en Estados Unidos, logró imponerse a los directores de Hollywood.

En cuestión de espectáculos inaceptables para la conciencia cristiana, conviene adoptar con energía la consigna de no asistir a ninguno por tres fines simultáneos: evitar el peligro propio, dar buen ejemplo y exigir que no se den espectáculos indecentes por el medio humano más eficaz, tratándose de empresarios poco delicados de conciencia, que consiste en negar la cooperación económica.

Pío XII en su «Encíclica Miranda Prorsus», sobre el cine, la radio y la televisión, dice: «Los juicios morales, al indicar claramente qué películas se permiten a todos y cuáles son nocivas o positivamente malas, darán a cada uno las posibilidades de escoger los espectáculos..., harán que eviten los que podrían ser dañosos para su alma, daño que será más grave aún por hacerse responsable de favorecer las producciones malas y por el escándalo que da con su presencia». El Concilio Vaticano II nos exhorta a «seguir las indicaciones de la censura moral y a evitar los espectáculos peligrosos, entre otras cosas, para no contribuir económicamente a espectáculos que puedan hacer daño espiritual».

El punto de vista estético no basta para justificar cualquier espectáculo. La curiosidad no es motivo suficiente cuando se trata de espectáculos degradantes Oigamos de nuevo a Pío XII P O XII: Encíclica «Miranda Prorsus»: «Culpable sería, por tanto, toda suerte de indulgencia para con cintas que, aunque ostenten méritos técnicos, ofenden, sin embargo, el orden moral; o que, respetando aparentemente las buenas costumbres, contienen elementos contrarios a la fe católica»771.

Es notable que muchos cristianos difíciles para dar su dinero a obras de caridad y apostolado, lo den sin escrúpulos a espectáculos que descristianizan las costumbres. Regatean su dinero para lo bueno, y lo dan alegremente para lo malo.

Pero no te contentes con no ir tú a esas películas. Procura además convencer a otras personas para que tampoco vayan. Si los católicos quisiéramos colaborar a la acción moralizadora de la Iglesia, Cristo reinaría mucho más en el mundo. Pero hay católicos que consideran a la Iglesia como una aguafiestas a quien hay que dar de lado para poder pasar la vida más divertida; y así están haciendo el juego a Satanás para que sea él quien domine en el mundo. Es inconcebible, y da pena decirlo, pero la realidad es que, a veces, los primeros en obstaculizar la obra moralizadora de la Iglesia, son los mismos cristianos.

El cine es un estupefaciente, y si se adormece tu sensibilidad espiritual, ¿qué conciencia moral podrá protegerte? Cuando el timbre de alarma de la conciencia y del remordimiento está estropeado, el alma corre peligro. Cuántas veces la voz de la conciencia ha hecho dar un frenazo ante el abismo del pecado! Y también, cuántas veces la voz de Dios resonando en el alma ha levantado a una vida de perfección!

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Vea la lista de películas sobre el matrimonio y el divorcio que recomedamos


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domingo, 14 de abril de 2013

La Necesidad del dialogo entre teología y cine



 
En el sitio de JR Woodward, jrwoodward.net, este hace una reseña al libro "Reel Spirituality: Theology and Film in Dialogue (Engaging Culture)" de Robert K. Johnson. El autor del libro es profesor de Teología y cultura en la Escuela de Teología en el Fuller Theological Seminary, cristiano protestante.

Yo hace tiempo compré por Amazon.com otro de sus libros "Finding God in the Movies, 33 Films of Reel Faith", el cual es muy bueno.

Aquí un pedazo de la reseña:


Llegué a este libro ya convencido de la necesidad de lograr un diálogo entre teología y cine, pero encontré entretenido escuchar la historia de Hollywood y de la Iglesia (con esta Iglesia se refiere al cristianismo en general y no a la Católica) y encontré que sus seis razones teológicas para lograr este diálogo muy útiles:

1. La Gracia común de Dios se encuentra presente a través de la cultura humana.

2. La teología debería preocuparse de la presencia y trabajo del Espíritu en el mundo.

3. Dios está activo en toda la inmensidad de la cultura y nos habla a través de toda la vida/lo vivo.

4. Tanto las imágenes como las palabras nos pueden ayudar a encontrar a Dios.

5. La forma narrativa de la teología la hace particularmente abierta a interactuar con otras historias.

6. La naturaleza de la teología constructiva consiste en un dialogo entre la historia de Dios (La Biblia, la tradición cristiana y particularmente en las comunidades de culto particular -and a particular worshipping community) y nuestras historias (la cultura y las experiencias de vida que nos rodean)



Un católico enojadizo - Alfred Hitchcock Director católico




Nacido en una familia católica y luego asistiendo a un colegio jesuita, Alfred Hitchcock suele incorporar imágenes religiosas en sus películas-aunque tuviera una relación de amor odio con su fe.

Peter T. Chattaway | publicado el 25/7/2006

(Algunas películas recomendadas acá)

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Los jesuitas tienen un dicho: "Denme un niño hasta los siete años y les daremos al hombre." El lema casi podría ser dicho para describir a Alfred Hitchcock, el legendario director de cine y productor de televisión que realizó más de 50 películas e su carrera que se extendió durante medio siglo. Nacido en una familia católica en Londres en 1899, Hitchcock no inició sus estudios en el colegio jesuita sino hasta que tuvo uno o dos años más que siete, pero la influencia de su crianza puede ser vista a través de toda su obra-.

Junto a su esposa, Alma.

Hitchcock creció en una estricta familia católica que iba a Misa regularmente en una iglesia a cargo de uno de los primos de Hitchcock, un sacerdote. El mismo Hitchcock fue, brevemente, un monaguillo. En 1908, comenzó a asistir al St. Ignatius College, un colegio jesuita.

Años más adelante, intento bajarle el perfil a la influencia religiosa de su educación. En una entrevista con el crítico de cine que se convirtió en director, Peter Bogdanovich, Hitchcock le da crédito a los jesuitas por enseñarle "organización, control y al mismo tiempo un grado de análisis …. No creo que el lado religioso de la educación jesuita generara una impresión tan grande en mi como la estricta disciplina que uno debe soportar durante ese tiempo." El dijo que la influencia religiosa en el colegio consistía principalmente en el miedo, "pero ya he crecido fuera del miedo religioso."

A pesar de ello, Hitchcock fue un católico practicante durante la mayor parte de su vida. Su esposa Alma, una editora de cine, se convirtió al catolicismo antes de su matrimonio en 1926, y trabajaron y vivieron juntos hasta su muerte en 1980. Iban a Misa semanalmente, y calladamente hizo varias donaciones a iglesias católicas y a caridades. En 1952, su hija Patricia contrajo matrimonio con el sobrino nieto del fallecido Cardenal William O'Connell, quien fue un poderoso arzobispo de Boston.

Hitchcock, una de los directores más exitosos de la historia en Reino Unido y Hollywood, comenzó a dirigir películas mudas, y la primera película hablada de Inglaterra, Blackmail, en 1929. Tras una seguidilla de éxitos internacionales, incluyendo The 39 Steps (1935) y The Lady Vanishes (1938), se trasladó a Estados Unidos y dirigió Rebecca (1940), la primera de seis películas por las que sería nominado al Premio de la Academia por Mejor Director. (Nunca ganó, aunque Rebecca ganó el Oscar a Mejor película.)

Prosperó en los desafíos técnicos. Montó películas completas, como Lifeboat (1944) y Rear Window (1954), en un solo set, y filmó Rope (1948) en una serie de largas tomas, cada una en promedio de ocho minutos, diseñado para hacer que una película parezca que fue filmada por completo en una sola toma. También le gustaba experimentar con nuevos géneros y medios, ya sea filmando Dial M for Murder (1954) en 3-D, creando su propia serie de televisión en 1955, o haciendo su propia versión de una película barata pero a la vez la altamente taquilleras película B-movie de su era Psycho (1960).

Ayudándose de las imágenes religiosas

Y aunque el pudo haber crecido fuera de lo que llamaba "miedo religioso," las películas de Hitchcock se hicieron famosas por su suspenso, su complejidad psicológica, su enfoque en la naturaleza de la culpa, y su poder para recordar al espectador que el bien y el mal residen en los corazones de todos. Es más, su frecuente descripción de estos temas de formas que se apoyaban de las imágenes religiosas, como iglesias, íconos y hombres con sotanas.

Un tema recurrente en las películas de Hitchcock es el del hombre inocente que es acusado de un crimen que no cometió—lo que los críticos llamaron "transferencia de la culpa." En un nivel, estos temas hacen ecos en la forma en que Jesús, como una víctima inocente, fue acusado falsamente y asumió los pecados del mundo. Pero Hitchcock también utilizó estos temas para explorar como las personas al parecer inocentes tiene sus propios lados oscuros.

Por ejemplo, en el clásico mudo The Lodger (1927), un celoso oficial de policía con su joven pareja, rubia—las rubias son un motivo recurrente en Hitchcock—acusan a un extraño de ser un asesino en serie quien ya ha asesinado a varias mujeres rubias. El extraño es inocente de este crimen en particular, pero no es exactamente puro; en realidad está planeando encontrar y asesinar al asesino en serie, para vengar a su propia hermana.

Las cosas se pusieron más complicadas en, digamos, Strangers on a Train (1951). Un famoso jugador de tenis está intentando lograr divorciarse de su adúltera, manipuladora y distanciada esposa, y conoce a un hombre que le dice que desearía que su propio padre estuviera muerto. El hombre propone intercambiar asesinatos; si la esposa y el padre son asesinados por personas completamente extrañas a ellos, la policía nunca podrá establecer un motivo para los homicidios. El tenista no toma en serio a este hombre, hasta que un día su esposa en realmente asesinada-pero como el tenista no puede establecer una coartada, de todas formas es sospechoso por su homicidio.

Significativamente, antes de que el homicidio tenga lugar, el jugador de tenis dice en un momento de ira que le gustaría mucho asesinar a su esposa. Así que aunque técnicamente sea inocente del crimen, igualmente se beneficia de su homicidio, y todavía se podría argumentar que comparte la culpa de su muerte, en un nivel más profundo, en un nivel espiritual. De cualquier forma, Hitchcock pone al descubierto como el impulso del pecado habita dentro de nosotros incluso cuando nosotros no lo cometimos.



El tema de la transferencia-de-la-culpa encuentra su forma más explícitamente católica en I Confess (1953), protagonizada por Montgomery Clift en el rol del sacerdote que escucha la confesión de un homicida y luego resulta él sospechoso de homicidio. Como el sacerdote debe guardar el sigilo sacramental no puede decir lo que le ha sido revelado, no puede decirle a la policía quien cometió el crimen, ni siquiera para salvar su propia vida.

En un nivel, el sacerdote ha sido interpretado como una especie de figura de Cristo, porque carga con los pecados de otro hombre. El mismo Hitchcock parece apuntar en esta dirección cuando pone en el cuadro al sacerdote en contra de un largo crucifijo en el fondo, o cuando pone al sacerdote detrás de una estatua de Cristo cargando la cruz.

Pero la película es más compleja que eso. Por una parte, se nos revela que el sacerdote podría ganar algo por el homicidio del hombre en cuestión; vemos que la víctima, solamente por coincidencia, estaba intentando extorcionar a una mujer con quien el sacerdote tuvo un romance años antes de ser ordenado. Y mientras cada persona va confesando sus pecados de su pasado, comenzamos a darnos cuenta que el "I" ("Yo") del título de la película puede referirse a cualquiera de ellos. En cierta forma, Hitchcock descubre la caída compartida de la humanidad, pero a la vez la posibilidad compartida de la redención.

Una reafirmación de fe

Una de las películas más inusuales de Hitchcock también toca este tema. The Wrong Man (1956) está basada en la historia real de Manny Balestrero (Henry Fonda), un músico que es arrestado en la puerta de su casa y juzgado por una serie de robos a mano armada que él no cometió. Mientras Manny se ve trasladado entre la estación de policía, la prisión y la corte, su esposa Rose (Vera Miles) sufre un quiebre nervioso.



Debido a que está basado en una historia real, The Wrong Man está filmada de una forma mucho más realista que las otras películas de Hitchcock—aunque hay excepciones a este "realismo." En una escena, la madre de Manny le ruega que rece, y lo hace, parado frente a un ícono de Cristo con un rosario en sus manos. Mientras reza, Hitchcock utiliza una doble exposición para mostrar a un hombre caminando por la calle hasta que su rostro se muestra en primer plano, sobreponiéndose al rostro de Manny. Luego este hombre intenta robar una tienda—y cuando es atrapado, prontamente es acusado con todos los cargos que se le habían imputado a Manny.

Así, Manny es puesto en libertad, y al final algunas de sus oraciones son contestadas. De acuerdo al biógrafo Patrick McGilligan, Hitchcock solía disculparse por esta escena debido a que parecía violar el "realismo" de la película, pero sin embargo insistía en que era una de sus cosas favoritas de la película. "La cosa que le gustó fue la intrusión cinematográfica que violaba el neorealismo—un momento que proveía una emocionada reformación de su fe que, en un mundo justo, Dios no condenaría a un hombre equivocado," escribió McGilligan.

En el museo de cera

Por supuesto, esto no quiere decir que Hitchcock creyera que el mundo era justo. Ni esto quiere decir que la fe de Hitchcock no era complicada. Richard A. Blake, autor de Afterimage: The Indelible Catholic Imagination of Six American Filmmakers, dijo que en las posteriores películas como The Birds (1963) se refleja la visión problemática y terrorífica del mundo natural. "Los pájaros, como Dios, son terroríficos debido a que son muy impredecibles," escribió Blake.

En un nivel, The Birds pone la pregunta de por qué Dios permite el mal, pero en otro, también sugiere On one level, The Birds levanta la película sobre por qué Dios permite el mal, but on another, it also suggests that there is something dreadfully awe-inspiring in the sometimes violent, sometimes eerily calm birds. Blake no dice que los pájaros representan a Dios, de por si mismo, pero si deja notar que son "totalmente Otro" y "totalmente incomprensibles para la mente humana," y ni la razón ni la superstición pueden explicarlos.

Más allá de eso, Blake sostiene que hay esperanza para los personajes humanos en The Birds—como en muchas de las películas de Hitchcock—y yace en actuar como "un miembro de la comunidad, quienes son a la vez pecadores y buscadores del amor."

Nunca un católico piadoso

Nunca fue exactamente Hitchcock uno de los católicos más píos. Sus películas tenían su parte de insinuaciones riesgosas, y a veces representó a los sacerdotes de una forma extrañamente irreverente, desde el ministro que provee la frase de gracia en Strangers on a Train al sacerdote que es secuestrado en la mitad de un servicio en Family Plot (1976), su última película.

Se ha dicho que a Hitchcock una vez se le ofreció una audiencia con el Papa, durante un viaje a Roma por el final de su carrera, pero él la rechazó, ya que se le aconsejó que no se atreviera a rechazarla. "¿Qué sería lo que haría," se preguntó, "si el Santo padre dijiera que en este mundo, donde hay tanto sexo y violencia, yo debiera mantenerme al margen?"

Cuando le preguntaron sobre sus creencias, Hitchcock tendía a bajarle el perfil a su fe católica—aunque admitía que existía una influencia. En una entrevista con Francois Truffaut, dijo, "No creo que pueda ser etiquetado como un artista católico, pero puede ser que la influencia en la crianza de uno guíe su instinto." Y, en una entrevista de 1973 a un periódico estudiantil de St. Ignatius College, dijo, "Una actitud católica fue adoctrinada en mi. Después de todo fue nacido como católico, fui a un colegio católico y ahora tengo una conciencia sobre muchos juicios sobre la fe."

Cerca del final de su vida, Hitchcock dejó de ir a la iglesia, y su salud empeoró, se resistió o incluso rechazó la oferta de un sacerdote de ir a su casa para una Misa privada o para la extremaunción. A pesar de ello, tras su muerte, se realizó una Misa en su memoria en la Iglesia Good Shepherd en Beverly Hills. "Fue un católico toda su vida," escribió Blake, "seguramente uno enojadizo, pero sin embargo un católico."

Traducción de Alfred Capra para Cine para católicos con la autorización de Christianity Today

Si vas a copiar parte de este artículo, citar partes, por favor deja un enlace a este, en verdad estoy agotado de traducir y escribir artículos para encontrarlos en otros sitios, sin citar nada de lo que he hecho, así como quienes sacan ideas de acá para escribir artículos, claramente leyendo este blog, y ni me citan, que feo...

(http://www.christianitytoday.com/ct/movies/commentaries/filmmakersoffaith/fofhitchcock.html)

jueves, 4 de abril de 2013

Entrevista a Roger Ebert crítico de cine


 
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